El difícil camino a la libertad de Britney Spears


El mundo fue testigo de su colapso mental, en febrero de 2007, cuando un paparazzi la captó rapándose la cabeza en un salón de belleza de Los Angeles. A los pocos días, nuevamente llenó portadas con una imagen de ella, fuera de control, golpeando a los fotógrafos con un paraguas. Ese fue el clímax de una historia de adicciones, excesos y malas decisiones, protagonizada por Britney Spears (39), una ex chica Disney  que no pudo lidiar con los costos de ser una superestrella. Intentó ponerle fin, internándose en una clínica de rehabilitación. La dejó en menos de 24 horas, justo un día antes de colapsar.

En los siguientes meses la crisis siguió agudizándose. Mientras entraba y salía de instituciones siquiátricas, fue arrestada tras un confuso incidente, y perdió la custodia de sus dos hijos, que quedó en manos del padre, su ex marido Kevin Federline. En una ocasión, a principios de 2008, Britney se encerró en un baño de su residencia con su hijo menor, Jayden, para no devolvérselo. Federline llamó a la policía y como consecuencia Spears fue internada contra su voluntad en el exclusivo centro médico Cidars-Sinai.

Ese episodio fue crucial para que su padre tomara cartas en el asunto. Luego de ser derivada a una segunda clínica, Jamie Spears hizo pública su decisión de pedir una tutela temporal sobre su hija mientras estuviese internada, con el objetivo de controlar su patrimonio, finanzas e incluso aspectos de su vida privada. La razón que esgrimió en los documentos que presentó ante el tribunal, fue que la cantante sufría de demencia. El requerimiento se aprobó, aunque la tutela se extendió más allá de la fecha en que la intérprete fue dada de alta. Entonces comenzaría su pesadilla.

La voz de “Toxic” trató en vano revertir la situación. Contrató abogado tras abogado para conseguir la anulación de la medida, argumentando que se violaban sus derechos civiles, pero ninguno tuvo éxito. A lo sumo se le concedieron ciertas libertades como gastar dinero en montos limitados. A esas alturas, la tutela se había vuelto a extender hasta hacerse permanente en noviembre de 2008. De eso han pasado casi 13 años. Dentro de los límites impuestos por su padre, Britney retomó su carrera musical, lanzó cuatro álbumes, realizó una gira mundial y tuvo una residencia en Las Vegas.

Pero este año la cantante sacó la voz por primera vez. “Quiero mi vida de vuelta. No nací para ser esclava de nadie. Estoy traumatizada. No soy feliz, no puedo dormir. Estoy furiosa. Y deprimida. Lloro todos los días. Quiero que se termine la tutela”, dijo ante una corte de Los Angeles, el pasado 24 de junio, en el contexto de la demanda interpuesta en contra de su padre para poner fin al control que ejerce sobre ella. “Quiero casarme, quiero tener otro hijo, pero la tutela no me deja. Claramente es abusiva”, añadió en su declaración. El testimonio conmovió al mundo musical y artistas como Madonna salieron en su defensa. “Muerte al patriarcado codicioso”, señaló la reina del pop. Entretanto, miles de fanáticos se han movilizado, agrupándose en el movimiento #FreeBritney, para denunciar las injusticias que sufre la cantante. El próximo 29 de septiembre volverá a declarar como parte del juicio. Pero esta vez no estará sola contra el mundo.

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